Y va Lydia, la hermana menor, y se fuga con Wickham. La
desolación en la familia no es para descrita, teniendo en cuenta los valores de
esta sociedad. Pero, tras varios días de zozobra, se sabe que quieren contraer
matrimonio. Y el fautor de ese matrimonio, que incluye un generoso préstamo por
su parte, dado que Wickham está a dos velas, resulta ser Darcy. Empezamos a oír
a lo lejos las campanas de boda entre éste y Elizabeth, pero se adelanta Jane
con Bangley. Aún hay que superar los últimos restos de orgullo y prejuicio para
que Elizabeth y Darcy se sinceren y se descubran sus sentimientos. La orgullosa
y poderosa tía de Darcy no es obstáculo para el firme carácter de la joven.
Y al final todos felices. Y, que yo recuerde, no muere
nadie, cosa rara en una narración de más de cien páginas.
Después de leer a Elizabeth Gaskell, se nota el salto de nivel. El humor sutilísimo, tanto en la voz
narradora como en algún personaje (el señor Bennett); esos diálogos que parecen
un vals vienés, el modo en que en cada personaje se dosifican en cantidades
diversas ese orgullo y ese prejuicio que sirven de título y que, en
efecto, son los protagonistas… Austen
es mucho más, sin duda.
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