11 febrero 2024

Estos trece

Faulkner aburre a las ovejas, eso es un hecho cierto. Y pienso que sus admiradores lo que admiran en él es ese arte de contar las cosas de la manera más enojosa posible. No solo la famosa sección del El ruido y la furia, sino toda su obra parece escrita bajo el punto de vista de alguien con problemas mentales. En esta colección, que lleva el título original que le puso Faulkner, agrupa los trece cuentos en tres partes. La primera tiene como escenario la Primera Guerra Mundial, la segunda se desarrolla en su profundo Sur y la tercera incluye dos piezas ambientadas en Italia y una tercera que viene a ser un poema en prosa que parece transcribir las sensaciones de alguien a las puertas del otro mundo: hablo del relato titulado, no sé por qué, “Carcassone”.

No es que no haya anécdota. Al menos en los de las partes segunda y tercera la hay. Pero, cuando esperas que al final pase algo, te deja de un aire. Y lo mortificante es que tienes la sensación de que sí que ha pasado algo pero tú no te has enterado, de tal manera está implícito. Me ocurre como con los cuentos de Flannery O´Connor y sus famosos golpes de gracia. O pasa algo al final y tú no te enteras (con este tú me refiero a mí, lector limitado de entendederas como soy, claro) o ese algo está pasando a lo largo de toda la narración y tampoco te enteras a causa del endiablado estilo elusivo del autor, que cuenta las cosas atendiendo a lo colateral, por así decir, mientras lo principal queda sobreentendido. Lo que no deja de humillarme cantidad.

Me quedo con esto:

Las chicas son diferentes de los chicos. Las chicas nacen destetadas y los chicos nunca llegan a estar destetados.

Y con esto (sobre una chica que falsificaba sus notas):

Ni el diablo entiende cómo los que quieren a una mujer la dejan que les engañe.

__