Este libro pasa por ser uno de los pilares de la
eclesiología actual, lo cual es curioso teniendo en cuenta su carácter más bien
divulgativo, de ensayo podría decirse. En realidad, donde decimos eclesiología
actual podríamos decir eclesiología a secas, ya que, como apunta Lubac,
la iglesia no se ha parado a meditar sobre sí misma hasta prácticamente el
siglo XX.
Se detiene Lubac en lo que él llama la doble
naturaleza de la Iglesia, como elemento santificante y conjunto de los
santificados, activa y pasiva por tanto. También dedica varias páginas a la
diferencia entre creer en la Iglesia y creer en Dios: y una vez más no he
logrado captar la significación de ese credere + in + acusativo,
propio de Dios, que es mucho más, al parecer, que credere + acusativo,
que se dice de la Iglesia y que es un mero asentir a su existencia. Supongo que
es difícil de explicar a quien no sea consumado latinista. De momento me tengo
que conformar con que credere in Deum lleva consigo una implicación
personal, una vivencia de ese credere, que está ausente del otro credere
sin preposición.
La de la Iglesia como cuerpo es otra de las ideas madre del
volumen: se había publicado hacía poco la encíclica Mystici corporis de
Pío XII y Lubac reflexiona ampliamente sobre este concepto, insistiendo
en el papel de la Eucaristía como quien hace la Iglesia y a la vez es
hecha por ella, según esa doble naturaleza a que nos referíamos. Hay un capítulo
sobre la espinosa cuestión de "la Iglesia en medio del mundo", y más
adelante encontramos los tonos más líricos (rozando lo empalagoso, quizá)
cuando se refiere a la Iglesia Madre. Más afortunado en cuestión de estilo y
apasionante me parece el último capítulo, dedicado a la Iglesia y María.
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