Chema ha echado el cierre a su blog, pero ahí queda
como una referencia interesante sobre novela española actual. He de decir que
es un campo que no frecuento, porque teniendo tantos muertos por leer, es
perder el tiempo arriesgarse con los vivos, que no sabes qué será de ellos al
cabo de poco. De hecho el otro día estuvo en mi instituto Gustavo Martín
Garzo, que además de novelista es paisano, y por mí como si llega a ir el
candidato de Izquierda Unida. Además es un tipo del que he permitido que un
comentario tonto e injusto deslizado en alguna ocasión me le haya hecho
antipático.
Aprovecho para echar un vistazo a sus infumables y a
sus recomendados (de Chema, no de Martín Garzo). Entre los
primeros, no comparto su absoluto desdén por Arturo Pérez-Reverte, que
me parece un buen contador de historias. Con Matilde Asensi espero no
volver a tener más contacto que el que me deparó mi efímero oficio de
comentarista de best-sellers. Creo que le haré caso acerca del Madera
de boj de Cela, un tipo que creo que lo dijo todo en los 40 y 50.
Con Javier Marías tal vez me vuelva a dejar engañar, pero con otra cosa
que Los enamoramientos. De Eduardo Mendoza espero vivir para leer
algún día La ciudad de los prodigios...
En cuanto a recomendados, lo que dice de Luis
Landero me anima a poner en nómina esos Juegos que nunca me llamaron
la atención. En cambio no entiendo qué le vio al Paraíso inhabitado de
la Matute, un relato de principiante (y eso que fue el último) plagado
de ñoñeces. Por lo demás, hay ahí muertos incontestables: Delibes, Torrente,
Martín Gaite (¡hasta Rubén!)... que se apartan de ámbito propio
del blog. Tengo miedo de hincarle el diente a lo nuevo de Jesús Carrasco,
porque Intemperie fue un impacto tan certero que es difícil de repetir.
Y Trapiello es el típico elemento del que no tengo ni dudas sobre su
calidad ni razones para empezar a leerlo. A Pombo y a Pujol no
los he agotado aún.
Me sorprende la piedad que ha tenido con Almudena Grandes.