Anacleto se divorcia es una broma gruesa a costa de
la implantación del divorcio en los años de la República. Juega sobre todo con
el carácter del macho hispánico, que seguirá considerando suya a la
mujer de la que acaba de divorciarse a pesar de haberse dejado convencer para
llevar a cabo la desconexión. Ante la perspectiva de que Baldomera se
case de nuevo, Anacleto se muestra susceptible cada vez que alguien hace una
alusión taurina. Esta supuesta incapacidad de los españoles para el divorcio
puede hacer hoy también sonreír, pero amargamente. La pieza, en efecto, ha
perdido toda frescura y solo algunas de sus situaciones tienen gracia. No
podemos por menos de sentirnos de acuerdo con la tesis final, que viene a ser
que el amor conyugal es más fuerte de lo que se pretende y es capaz de superar
egoísmos y desavenencias, pero todo es demasiado superficial y previsible. Los
personajes son andaluces para que tenga más gracia oír hablar de er divorsio,
y Paco Martínez Soria, que protagonizó una buena versión cinematográfica
con el título de El alegre divorciado, recurrió al disvorcio para
remedarlo. En fin, Pedro Muñoz Seca estuvo mucho más inspirado con don Mendo.
__
__
__