14 abril 2014

Las cloacas del 11-M


Este libro mal escrito y peor editado añade bastante poco a lo ya expuesto (mucho mejor) por José María de Pablo en La cuarta trama y por Luis del Pino en su larga serie de artículos sobre la cuestión: la mochila de Vallecas, el cachondeo de los explosivos, las mil caras del Chino, el numerito circense de la Kangoo, etc. Su única aportación relevante, en la última parte, es su propia tesis sobre las intenciones que movieron a ejecutar aquella salvajada y sobre sus autores. Según López Bru, se trató de dar un viraje a la política antiterrorista sin que forzosamente hubiera de cambiar el gobierno. El PP tenía previsto un atentado dirigido, a través de sus infiltrados en la ETA, que movería al electorado definitivamente en su favor. Pero las "cloacas malas" del Estado, es decir, miembros de las fuerzas de seguridad y de los servicios de inteligencia que militaban a favor de la entente con ETA, decidieron adelantarse y provocar una masacre: en cuanto se descubriera el pastel de los inflitrados, el gobierno se vería forzado a la negociación. El invento de los islamistas vino después, como mal menor para el gobierno (y por tanto para el sistema) cuando algo hizo pensar que el PP se avenía. Al perder este las elecciones continuó la farsa.

El autor repite mucho aquello de se non é vero é ben trovato, y la frase puede aplicarse a su propia teoría. Pero cuando le da por jugar a Dan Brown y sugerir que el Opus Dei estaba en la conjura para cambiar de signo la autoría del atentado, pierde credibilidad a chorros. Vamos, no es que pierda credibilidad, sino que no tienes más remedio que pensar que este tío es imbécil. Y eso juega claramente en su contra. Bueno, eso y los atentados que comete contra la lengua española, hasta el punto de que parece querer competir con el portero de La gran familia: alegoría por analogía, proverbial por asombroso, alter ego (quizá) por homólogo, uña y carne del por uña y carne con, editorial (de periódico) en femenino, prolijo por pródigo, indelebles sin venir a cuento... Sin hablar de las erratas y del continuo uso de la raya en lugar del guion. Un auténtico 11-M lingüístico, si decirlo no fuera falta de respeto a los muertos.

Para que mi opinión sobre él salga más fácilmente en Google, escribo su nombre completo: Ignacio López Bru.

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