30 abril 2014

La enfermedad del amor

El protagonista de esta novela es un alter ego de Antonio Prieto, un filólogo que ejerce de profesor universitario en diversas ciudades de Italia, y sufre esa enfermedad del amor que poetizaron los trovadores y los poetas petrarquistas, y de la que se burló cruelmente Fernando de Rojas en La Celestina. Este nuevo Calisto no paga con la muerte sino con la amnesia, y su enfermedad del amor está íntimamente relacionada con ese río Bíos, esa vida en sentido nietzscheano que consiste en una exaltación del instinto, en este caso no de la voluntad de poder sino del eros, rechazando toda moral a la que se ve como imposición extrínseca y mera represión.

La enfermedad de nuestro hombre tiene diversas crisis, con nombre de mujer: en el pasado, esa Letizia que le arrebató "un viento helado de junio", de naturaleza nunca revelada pero tal vez relacionada con los malvados moralistas y ese momento en que ella le dijo "no puedo seguir: tengo la sensación de que me estás utilizando"; y, en el presente, Brenda, la lasciva puella que compartía piso con él y su compañero saxofonista (que pone una especie de banda sonora a la novela) y que es asesinada: el sentido de este asesinato y la relación simbólica de Brenda con Letizia y con el propio protagonista constituye el mayor misterio de la novela, que no he sido capaz de descifrar. Prieto suele depararme estas frustraciones después de muy buenos ratos de lectura.


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