El lápiz es el que te manda el Sindicato (del crimen, claro)
cuando te ha tachado de la lista, o sea, cuando puedes darte por muerto. Pero,
como de costumbre, en este relato de Philip Marlowe nada es lo que parece. Lo
escribió Chandler, según asegura en la nota preliminar, para dar una
idea de los procedimientos del Equipo, como también se conocía a la
mayor organización mafiosa de los USA. El resto de los cuentos que componen
este volumen (Ediciones Orbis, 1985, que contiene también El largo adiós)
están protagonizados por retazos de Marlowe, es decir, por personajes de cuyos
caracteres (muy parecidos, todo hay que decirlo) acabaría sintetizando Chandler
a su mítico detective. El procedimiento también sirve para los argumentos,
puesto que, de acuerdo con el prologuista, la mayoría de estas tramas serían
aprovechadas por el autor para componer La dama del lago.
Chandler asegura sentirse más a gusto en la novela.
En todo caso, el relato breve no le queda nada mal. Tan sólo "Los
chantajistas no matan" me parece algo fallido, por enrevesado, como si
hubiera querido embutir una de sus novelas en pocas páginas. Pero siempre
resultan un placer sus diálogos, tanto o más que las propias tramas.
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