20 enero 2014

Después del Reich


Una "ley de memoria histórica" que tuviera como fin execrar la represión aliada es hoy impensable en Alemania, a pesar de que esa represión superó con creces los excesos de la de la posguerra española; al menos, si incluimos en la represión las vejaciones llevadas a cabo por los ejércitos soviéticos contra hombres y, sobre todo, mujeres que tuvieron la mala fortuna de cruzarse en su camino.

De hecho, como observa Giles Macdonogh, los alemanes recibieron con bastante docilidad el castigo impuesto por los vencedores, y se dejaron desnazificar con la cabeza gacha, en un mea culpa colectivo que para sí quisiera cualquier aspirante a asceta cristiano. Y eso que la desnazificación implicaba arrancar de raíz cualquier adhesión no sólo al nacionalsocialismo, sino al todo el imaginario histórico-legendario alemán, en un afán de cortar por lo sano que continúa hasta hoy.

El libro se subtitula Crimen y castigo en la posguerra alemana y, en efecto, Macdonogh nos muestra con profusión de datos cómo el castigo cruzó con bastante frecuencia la frontera del crimen, desde ese caos ("El caos" es el título, bien expresivo, de la primera parte) en que se había convertido Europa central en mayo de 1945. Fue un segundo holocausto del que apenas hay películas. Macdonogh deja que lo datos hablen por sí solos, sin apenas valoraciones, y desde luego sin dejar que las barbaridades de los vencedores atenúen un ápice las cometidas por los vencidos.

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