Ahora contemplo a una alumna. Cuando se da cuenta de que la
estoy mirando, se pone nerviosa. No sabe qué hacer con la mirada. El bolígrafo
le tiembla en la mano. ¿Ha estado copiando? ¿Tiene un papel bajo el folio, un
papelito pequeño, lleno de letras minúsculas? No voy a comprobarlo. Nos debemos
un respeto.
Alguna vez he descubierto a algún alumno copiando. Se ha
puesto colorado, ha temblado como tiembla esta chica. Una vez, el papelito
sobresalía como un insulto por debajo del folio. Todo era demasiado evidente, y
fue como un combate entre el alumno tramposo y yo. El alumno se dio cuenta de
que le había visto. Yo no podía permitírselo, y él lo sabía. Tensé el dolor
entre nosotros, quise ser tan irrespetuoso como profesor como él lo había sido
conmigo como alumno. No le dije nada.
Toni Sala, Crónica de un profesor en Secundaria