El lema de la Revolución francesa (conservado por la República),
tal y como lo conoce hoy el mundo (libertad, igualdad, fraternidad), es falso y
está truncado. El lema íntegro de la revolución era otro -y la diferencia es
como del día a la noche-: libertad, igualdad, fraternidad o muerte.
Las dos palabras escamoteadas representan la deplorable
mutación desde el valor y el sentimiento trágico y heroico de la existencia
hacia la formulación burocrática de un vago principio por el cual nadie está
dispuesto a jugarse la vida. El camino, dice Péguy, va siempre desde la mística
a la política.
Libertad, igualdad, fraternidad es un simple eslogan y la
Revolución francesa fue una catástrofe; libertad, igualdad, fraternidad o
muerte es algo muy, muy distinto...; es una decisión ante la cual
cualquier adversario se inclina con un respeto admirativo.
Es posible que los escépticos sean más elegantes y
atractivos que los fanáticos, pero, cuando irrumpe la peste en Burdeos,
el alcalde -llamado Michel Eyquem de Montaigne- se va de la ciudad; en
Milán, en 1576, en la misma situación y casi en el mismo periodo, el arzobispo,
san Carlos Borromeo, vuelve corriendo de su viaje.
Nicolae Steinhardt, El diario de la felicidad
__