Para los alemanes, el Romanticismo es ante todo el que se
desarrolló en Jena a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Al menos así
se desprende de este libro de Rüdiger Safranski, que se divide en dos
partes: "El Romanticismo" y "Lo romántico". Heine y Wagner,
por ejemplo, están ya en "lo romántico", es decir, en las secuelas
que ese movimiento dejó en la cultura posterior, junto con Feuerbach, Marx,
Rilke o Jünger. Mientras que los románticos puros serían Novalis,
Hölderlin, los Schlegel, Tieck o Hoffmann. Siendo
los filósofos como Herder o Fichte, o los poetas filósofos como Schiller,
quienes dieron una base ideológica a los artistas; una base ideológica que se
cifra en el descubrimiento del yo: inventar de nuevo el mundo a partir
de la propia conciencia.
La escritura de Safranski es lo más novelesca posible
para un ensayo al que no se puede acusar de superficial, sino que revela un
conocimiento sólido del pensamiento y la literatura de su país. Comienza
presentándonos el viaje marítimo de Herder a Nantes como un símbolo de
lo que estaba a punto de desencadenarse, cumpliendo anticipadamente la
exhortación de Nietzsche: "¡Filósofos, a la mar!" Y a partir
de aquí podemos ir siguiendo el desarrollo del Romanticismo y de lo romántico
como si fuese un drama de esta tendencia. No es que sea una obra fácil, pero la
propia amenidad del estilo de Safranski nos hace perseverar a pesar de
pasajes de cierta densidad, como densa es la literatura alemana de Goethe
en adelante.
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