De esta obra inconclusa y primeriza, “ensayos de amor
intelectual” que no llegaron a cuajar (de hecho apenas habla del Quijote) me
quedo con esto:
Hay dentro de toda
cosa la indicación de una posible plenitud. Un alma abierta y noble sentirá la
ambición de perfeccionarla, de auxiliarla, para que logre esa plenitud. Esto es
amor –el amor a la perfección de lo amado.
Es, aplicado a las personas, lo que algunos llaman agapé, amor efectivo, diverso del eros aunque compatible. De este amor
intelectual trata la primera parte, “Meditación preliminar”, mientras que la
segunda, “Meditación primera”, es una reflexión sobre la novela en general, de
agradable lectura, como todo lo de Ortega, aunque no aporte gran cosa.
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