Estoy hablando del volumen de Biblioteca Básica Salvat,
colección llamada también “Libro RTV”, una colección de los años 70 que llevó
obras fundamentales a los bolsillos modestos y asequible aún a unos cuantos que
tenemos acceso a bibliotecas escolares. Si “Marcelino Pan y Vino” y “La
primavera” son relatos infantiles (aunque no solo, ni mucho menos), las otras
narraciones nos acercan a un autor sumamente interesante en el campo de la
narrativa breve para adultos. Hay trozos de realismo crudo (“El traje negro”)
junto a abundantes notas de ternura (en el mejor de los sentidos), como en “Tal
vez mañana” o “Tres rosas rojas”. Por lo que puede verse aquí, el autor tiene
cierta preferencia por los personajes considerados “tontos”, que, como en otras
ocasiones, suelen estar dotados de una visión más penetrante de las cosas y
resultan, al final, los preferidos de Dios. La pura fantasía está presente en
“Pesinoé”, relato algo previsible pero delicadamente resuelto. “Un tal
Francisco” es, sencillamente, emocionante. Pero, desde luego, de todos ellos,
me quedo con “La tregua”, relato original por el tratamiento de un espacio, muy
característico del realismo social por otra parte (una cantera y el campamento
donde viven los que trabajan en ella), pero que se eleva a lo simbólico y a lo
religioso cuando el protagonista decide convocar esa “tregua” y que se vuelve a
ratos inquietante a medida que el desenlace se hace cada vez más incierto.
No lo he dicho, pero el autor es José María Sánchez-Silva
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