"Los obligatorios ejercicios respiratorios y vocales de todos
los días, los ensayos con el acompañador, con los compañeros, con la orquesta,
las reuniones con los agentes, las grabaciones (repetidas mil veces hasta que
todo sonaba bien), las probaturas con el vestuario o esas entrevistas durante
las que siempre se ha de tener mucho cuidado. Y de nuevo todos esos hoteles,
cualquiera de ellos calcado a los cien anteriores, de tal manera que al final
uno no sabe dónde diablos se encuentra. No estoy segura de que alguien pueda
acabar convirtiéndose en un auténtico playboy en esas circunstancias. El aún
joven y atractivo Domingo, durante
su estancia de poco menos de un año en Tel Aviv, actuó en más de doscientos
espectáculos y se aprendió de memoria más de cincuenta papeles operísticos. Si
con todo ese duro trabajo hubo en algún momento un resquicio para el tiempo
libre, dudo mucho que por él se colase alguna modelo con sus grandes pechos de
silicona. Después de una actuación hay que dormir como es debido, porque al día
siguiente aguarda otro concierto y otro ensayo antes del mediodía para una
nueva ópera. Así pues, los rumores sobre las conquistas amorosas de estos, por
otra parte, interesantes individuos se reducen a la mitad. Si no a las tres
cuartas partes [sic ¿por la cuarta parte?]…"
Wislawa Szymborska, comentando el libro La vida privada de los Tres Tenores, de Marcia Lewis (1999), en Prosas reunidas