Presumen los de Podemos de sonreír a los que les
odian. Parece muy bonito, incluso cristiano, pero, como bien dice una
contertulia, estos tipos están confundiendo la discrepancia con el odio, lo que
resulta más bien sectario. Es la misma fraseología que vemos en el movimiento gay.
Pero además puede pensarse que no sólo el ladrón, sino también el odiador,
piensan que todos son de su condición. El odio está en la entraña de todo
movimiento marxista, o simplemente socialista. Creo que era Ramiro de Maeztu,
en una de sus primeras publicaciones, quien firmaba una historia en la que Cristo
volvía a la tierra en los albores del siglo XX y encontraba a una persona que
creo era un trabajador o al menos un hombre de condición humilde, y le
espetaba, a modo de novísimo mandamiento: "¡Odia!" Era el
signo de los tiempos, parecía sugerir el autor, muy de izquierdas por entonces.