26 abril 2013

¿Qué hay que debatir?


¿Debate? Desde mi punto de vista la aprobación de tal cosa como el matrimonio homosexual habría justificado una revuelta armada. Otra vez Aristóteles: quien niega lo evidente no merece argumentos sino azotes. ¿Qué se puede debatir? Tal vez el concepto de matrimonio. Pero eso sería si hubieran dicho claramente que querían destruirlo y edificar una cosa nueva bajo el mismo nombre, que incluyese a homosexuales, polígamos, bestialistas y necrófilos no porque huele mal. Pero también en ese caso, con la base de la sociedad amenazada de muerte, la insurrección, a sangre y fuego si fuera preciso, se habría impuesto como deber a cualquiera que no se hubiera contagiado de la degeneración ambiente.

Bien mirado, el casorio gay es (por ahora) el último paso lógico en la ruina progresiva del matrimonio. Muchas sociedades conocieron el divorcio, pero una vez que se había llegado, gracias al cristianismo, al matrimonio indisoluble como el más adecuado a la dignidad del hombre y del amor humano, cualquier retroceso implicaba una carrera hacia la nada. Si la palabra dada no vale un ardite, si el amor es como un ataque de lumbago, algo que adviene y que un buen día se va, si el derecho a una felicidad superficial prima sobre los derechos de los hijos, todo se ha perdido. Sólo la oposición del feminismo frena hoy la poligamia, y con el bestialismo todo depende de lo que progresen los defensores de los derechos de los animales.

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