31 diciembre 2011

Feliz 2012,

que lo será porque tal vez José Jiménez Lozano publique otra entrega de sus diarios, igual o superior a Los cuadernos de Rembrandt. Porque podremos seguir degustando el de Nicolae Steinhardt, justamente el Diario de la felicidad. Seguiremos buscando obras de Torcuato Luca de Tena y de Mercedes Salisachs comparables a Pepa Niebla y La gangrena. Gregorio Luri seguirá con su blog en el que incluirá más de una apostilla a su fenomenal La escuela contra el mundo. Nos relajaremos con algún Flanagan de esos que le salen a Andreu Martín cuando hace lo que sabe y pasa de dar clases de educación para la ciudadanía al estilo sociata; algo, digo, como Cero a la izquierda. Quizá José Antonio Millán Alba nos entregue otra novela tan sorprendente como En penumbra. José Manuel Mora Fandos es muy capaz de alumbrar otro ensayo tan brillante como Leer o no leer. Alguien editará de nuevo a Julien Green y podremos leer algo tan enjundioso como Cada hombre en su noche. Vamos a continuar con la obra completa de Rafael García Serrano y, aunque lo que toque no sea tan audaz como La fiel infantería (¿Cuando los dioses nacían en Extremadura?, ¿La ventana daba al río?), constituirá algunos de los mejores momentos. Por supuesto, caerán muchos clásicos como Oliver Twist y tal vez me vuelva a meter con la poesía de Luis Alberto de Cuenca, después de la deliciosa Caja de plata. Habrá algún que otro Chesterton, aunque no esté tan bien prologado como La cosa, y con esto ya he hecho el balance de las mejores lecturas del 2011. Como de costumbre, cierro hasta Reyes.

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