20 diciembre 2011

La de los tristes destinos


Triste destino para un escritor, el acabar convertido en coartada para la corrección política. Ignoro en qué medida el sexo y la raza de Toni Morrison influyeron para que le concedieran el Nobel. Pero uno lo sospecha cuando lee a Don Finkel (Dar clase con la boca cerrada). Se refiere el hombre a algunos títulos de obras literarias que él utiliza en sus seminarios abiertos: grandes libros, dice él. Y después de pedir disculpas, o poco menos, por mencionar sólo clásicos occidentales (igual valdrían, ¡faltaría más!, grandes obras de la tradición oriental), se refiere a estos: Edipo rey, Las guerras del Peloponeso de Tucídides, los diálogos platónicos, Julio César de Shakespeare y... Beloved, de Toni Morrison.

Otro buen tema para un ensayo: cómo la mente norteamericana se precipitó en barrena hacia la estupidez.

__