09 noviembre 2015

Psoadas


Sánchez esgrimió el divorcio como una conquista social, al atribuir la ley española a su propio partido, en una nueva muestra de esa tendencia del PSOE a considerar que ellos inauguraron la democracia. El divorcio, sin embargo, no es sino regresión a épocas de cabezas duras, según la conocida sentencia evangélica, y su regulación legal, tal como se viene practicando, un atentado del Estado contra la sociedad. En efecto, pues, si el matrimonio (y la familia, por tanto) es el pilar de la sociedad, establecer por ley la disolubilidad del primero es torpedear la línea de flotación de la segunda. Aunque una pareja pueda decidir no disolver su matrimonio, ante el Estado el suyo será siempre un matrimonio disoluble. Nadie tiene derecho a contraer, en estas circunstancias, un matrimonio indisoluble, aunque pueda mantenerlo indisoluto.

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Y otra vez Franco. La consigna no ha variado: hay que seguir agitando el espantajo. Que lo saquen del Valle de los Caídos, es esta vez el pretexto. Y la misma trampa saducea de siempre: a ver, señores de la derecha, defínanse. Si acceden a condenar el franquismo, con el gesto que sea, reconocen que ellos eran los malos de la guerra y los socialistas los buenos; si no acceden, vean, señores: todo eso del centro reformista y tal y cual esconde al franquismo de siempre. ¿Se acabará con eso la crisis, el paro, la amenaza separatista...? Ca: todo eso importa relativamente. Lo esencial es que se quiten los otros de en medio. Hablamos de los que inauguraron la democracia, según Sánchez.