—Si hubiera entrado usted en la academia de policía en la
época en que yo estudiaba, le hubieran pedido un certificado de buena conducta,
jovencito—le dice—. Después de la dictadura, el certificado de buena conducta
quedó suprimido y sustituido por un certificado no oficial de convicciones
progresistas. Zeologuis era especialista en la entrega de certificados de
convicciones progresistas. Por eso subió tan rápido en el escalafón académico.
—De acuerdo,
pero ¿y el tribunal que debía evaluar la tesis? –pregunta Papadakis.
—El tribunal
ya había decidido aprobar esa tesis, de modo que ni se tomó la molestia de
leerla. —Respira profundamente y se vuelve hacia mí—: En el mejor de los casos,
Zeologuis era un académico mediocre, señor comisario. Su poder no derivaba de
sus conocimientos de derecho. Provenía de los sindicatos y organizaciones
estudiantiles, que le seguían y le apoyaban. En la Facultad de Derecho no sucedía
nada que él no aprobara.
En Petros Márkaris,
Pan, educación, libertad