Entre tantas éticas dictadas por el gusto personal, la de Aristóteles
está escrita como si el autor no sintiese la menor inclinación a transgredir a
cada momento todo lo que dice aquí, es decir, como guardando en el cajón el fomes
peccati mientras escribe. Parece todo tan sencillo: haz esto y vivirás
feliz. Hay vicios, pero sabiendo que lo son se acabaron los problemas.
Dije sencillo, pero en el sentido de que todo está
cuidadosamente sistematizado. Porque se trata de una lectura densa. Aristóteles
posee la cualidad de ser muy denso sin salirse del vocabulario usual. Cada
palabra de esta Ética es comprensible y, sin embargo, hay que leer con
detenimiento si no quiere uno perderse. Está lejos esto de ser un ensayo a lo Savater.
Pero si uno consigue meterse en la cabeza todo esto poseerá un "metro de
platino", para decirlo como el Pombo, para juzgar en cada momento
sobre su propia actuación y la de los demás. Eso es justamente lo que nadie
quiere hacer: ¡Ah, vaya usted a saber...!, cada uno es cada uno..., lo que para
ti está bien... Y todas esas cosas con que nos vamos engañando.
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