Cada vez que hay una campaña electoral salen a escena esos
grupúsculos sin posibilidades como las diferentes Falanges, supuestos herederos
del partido fundado por el que muchos han considerado recientemente el político
más honrado del siglo XX. Creo que lo mejor que podían hacer esos grupos es
disolverse. Pertenecen al pasado y su intento de mezclar los viejos símbolos
con referencias de actualidad resulta patético. Quiero decir el yugo y las
flechas o el propio nombre de Falange junto a chicas ataviadas a la última.
Digo que pertenecen al pasado porque la Falange fue sobre todo una estética:
esas camisas azules, esos himnos, ese saludo romano, las consignas. Todo forma
parte de una época donde ideologías modernas echaban mano de viejos ídolos como
una alternativa a la democracia liberal que parecía venirse abajo: fascistas,
hitlerianos, la propia CEDA se apuntó. Quitada esa estética, lo que nos queda
es un partido socialdemócrata con una fuerte carga de nacionalismo español. Hay
sitio para eso en el espectro político, pero vestirlo de jubón y calzas lo desacredita
de raíz, y ya no digamos si te pones el tahalí sobre el lacoste.
__