Este volumen de la colección de la RCA empezaba con una
versión de Kris Kristofferson (Sunday morning coming down) a
cargo de Bobby Bare: eterno versionado por eterno versionador, con
perdón de los barbarismos. Kristofferson es un gran compositor pero mediocre
cantante, al contrario que Bare, otro de esos tipos con aspecto de
pistolero. El gran Ronnie Milsap aportaba Stand by my woman man:
mira que me costó traducir el título, porque no veía que las cuatro primeras
palabras formaban un adjetivo. Muy orquestal, muy melódico, como todo lo suyo;
y se agradece esa declaración de fidelidad. Hay unos Danny Davis Singers
a los que solo conozco por estos casetes, pues en la red solo encuentras al tal
Davis con su grupo de instrumentistas. Y el caso es que es un coro bastante apreciable.
Aquí se marcan un impresionante Born to lose, aunque quizá lo mejor sea
el solo de trompeta.
Igualmente, del I´m so lonesome I could cry de Dickey Lee me quedo con el solo de steel guitar: desgarrador. Dave & Sugar convencen con Queen of the silver dollar: una versión muy
diversa de la de Emmylou Harris, pero que no cede a esta en calidad.
Aportan un ritmo más acelerado y unos a capella muy interesantes. Me
sorprendió agradablemente un desconocido Vernon Oxford con su Redneck,
al que supongo una especie de reivindicación del paleto o pueblerino, que es lo
que significa eso de cuello rojo. Una voz muy ad hoc y unos
violines consiguen el buen resultado.
Y otra de las perlas de este volumen es el instrumental del
final. En este caso, un elegante Cotton fields en el piano de Floyd Cramer, un tipo que consiguió meter el country en los ambientes refinados
donde se escucha eso que llaman easy listening y que por aquí denominaríamos
música ambiental. (Debió de hacer más de una versión, porque esta no es la que yo tenía; es más saltarina y sustituye los violines por armónica y mandolina.)
Lo demás, prescindible, aunque incluya cosas de Dolly Parton o Waylon Jennings. Realmente, no eran tan super hits como clamaba el título.
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