El PSOE está dispuesto a resucitar la doctrina de las dos
espadas y a tomar la suya para proteger a la Iglesia (y a las otras religiones,
claro, claro), pero esta vez no contra herejes o infieles, sino contra sí
misma; en concreto, contra su malhadada tendencia a creerse en posesión de la
verdad.
Y hemos de ver a Pedro Sánchez convocando un concilio... ¿ecuménico?, con asistencia de representantes de las
grandes religiones de España, del que saldrá, Dios mediante, el Símbolo de
la fe del nacional-indiferentismo hispánico, que tanto ha de dar que hablar. Y
llevará el nombre de Libertad Religiosa, como nuevo gran sarcasmo del Gran
Hermano.
Si al marciano aquel le entraba la mala leche en cuanto se encasquetaba el tricornio, tengo la sensación de que a muchos, en cuanto les invisten de
cualquier poder civil, e incluso antes, les entran unas ganas tremendas de
marcarle el camino a la Iglesia.