No hace
mucho tiempo hablaba sobre los relatos "duros" [más o menos lo
que llamamos novela o cine negro] con un hombre que me dijo que
simplemente no podía leerlos. Le pregunté por qué no. Me miró con expresión
apenada. "¿Alguna vez le han dado a usted una paliza?" -me preguntó-.
Me refiero a una paliza fuerte de verdad."
Murmuré
algo acerca de mis días de boxeador y recordé un par de combates
particularmente feos.
Él meneó
la cabeza. "Me refiero a una verdadera paliza."
Confesé
que no.
A él sí.
Tres gángsters habían hecho un trabajito con él. Era un hombre bastante
fornido, pero pasaron tres meses antes de que pudiera ponerse de pie. Cada vez
que leía sobre un héroe que tras una paliza se dedicaba a hacer numeritos, se
estremecía y echaba el libro a un lado.
Erle Stanley Gardner,
El caso de los comienzos
Sin juramento me podrán creer que me pasa algo parecido con
las películas de profesores guay.