El doctor Heywood Floyd (2001 Odisea del espacio) recibe el bloque
de noticias desde su nave espacial:
Floyd se preguntaba a veces si el bloque de noticias, y
la fantástica tecnología que tras él había, sería la última palabra en la
búsqueda del hombre de perfectas comunicaciones. Aquí se encontraba él, muy
lejos en el espacio, alejándose de la Tierra a miles de millas por hora, y sin
embargo en unos pocos milisegundos podía ver los titulares de cualquier
periódico que deseara. (Verdaderamente
que esa palabra de "periódico" resultaba un anacrónico pegote en la
era de la electrónica.) El texto era puesto al momento automáticamente cada
hora; hasta si se leían sólo las versiones inglesas, se podía consumir toda una
vida no haciendo otra cosa sino absorber el flujo constantemente cambiante de
información de los satélites-noticiarios.
Resultaba difícil imaginar cómo podía ser mejorado o
hecho más conveniente el sistema. Pero más pronto o más tarde, suponía Floyd,
desaparecería para ser reemplazado por algo tan inimaginable como pudo haber
sido el bloque de noticias para Caxton o Gutenberg.
De hecho, a la altura del 2001 las comunicaciones habían ido
más allá de lo imaginado por Clarke, mientras que los viajes espaciales
no se hacen aún con la soltura con que tienen lugar en la novela. Tal vez
porque hacen menos falta de lo que se pensaba hacia 1968.
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