Hay algo en lo que creo que se equivoca David Viñas, y es cuando contrapone (lo hace con
frecuencia) el libro que simplemente cuenta una historia (al que va, lógicamente, el favor del público) y las novelas con
pretensión artística, cuyo objetivo sería cautivar por medio de los artificios
literarios.
Pero supone menospreciar a estas últimas el pensar que ellas no
cuentan una historia. Sucede que la historia que cuentan es de índole diversa a
la del best-seller, más de orden
interior o espiritual, o simplemente psicológico si queremos. Y sucede también
que esa historia debe ser contada así, en esos términos, con esos
procedimientos y no otros. Hablo, al menos, de las novelas mejores, no de
aquellas que siguen su estela por puro esnobismo o inercia. ¿Cuántas imitaciones
de Joyce o de Faulkner, con bastante poco que decir, surgieron en los 60-70 en
España, por ejemplo? Pero esas no sobreviven. Son como westerns de poca monta comparados con John Ford.
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