Crecer es volverse escéptico, ponerse de vuelta de cada vez
más cosas y desconfiar. Por eso si no nos hacemos como niños… El niño tiene un
ataque de adultez cuando se muere su madre, lo que es muy normal, claro, y
comienza a pedir a Dios una señal que le convenza de que existe y de que es
verdad toda aquella historia que mamá le contaba sobre la redención. Bueno, la
señal se la pide a la Virgen que hay en el jardín, junto a la cual su abuela
reza siempre el rosario.
[destripe] Y una mañana de nochebuena la abuela les
pide a los nietos que lo recen junto a ella, como hacían con mamá, pero esta
vez completo, con misterios y letanía. Y la señal llega, dulce como de la mano
de la Virgen pero segura y eficaz.
[fin del destripe]
Es un cuento, o al menos reviste la apariencia de un cuento
infantil de navidad; por eso hay puesta del árbol, conversaciones ingenuas,
pero todo ello dirigido con mano segura por quien sólo escribe cuando tiene
algo que decir y sabe cómo decirlo; que sabe manejar la elipsis y cortar a
tiempo, como en El despertar de la
señorita Prim.
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