Encuentro 2008, tercera edición. Esta es la que no deben
coger si quieren leer este clásico de Henri de Lubac, a pesar de lo
bonito de la cubierta. Lleno no solo de erratas, sino de fallos de puntuación,
de tal modo que la mayor parte de las veces no sabes dónde acaba una cita y
empieza a hablar de nuevo Lubac. Te deja además en francés ciertos
títulos que leemos en español desde hace siglos, como Les frères Karamazov
o Ainsi parlait Zarathoustra, entre otras lindezas. Si añadimos el
tamaño enano de la letra, da gusto, ya digo.
Por lo demás, muy interesante, claro, aunque yo hubiera
preferido que abultara menos la parte dedicada a Comte. Es la segunda, y
abarca unas noventa páginas. La primera se dedica a Feuerbach, Nietzsche
y Kierkegaard, y la tercera a Dostoievski. El “drama del
humanismo ateo” es, básicamente, que precipitara al ser humano de nuevo en la
incertidumbre y la nada, después de que el cristianismo le había dado una
esperanza:
¡Se acabó el ciego destino! ¡Se acabó el fatum! El Dios trascendente, Dios amigo de los hombres, revelado en Jesús, abría a todos un camino que no se cerraría jamás. De ahí ese sentimiento de intensa alegría y de novedad radiante que se extiende por todos los primeros escritos cristianos. [...]
Pero si seguimos el curso de los siglos para llegar hasta los “tiempos modernos”, haremos un descubrimiento extraño. He ahí que ahora esta idea cristiana del hombre, que había sido recibida como una liberación, comienza a sentirse como un yugo. He ahí que este mismo Dios, en el que el hombre había aprendido a ver el sello de su propia grandeza, comienza a aparecérsele como un antagonista, como el adversario de su dignidad.
La parte dedicada a Dostoievski hila fino, tanto que
recuerda a Moeller y sus famosos tomos. Sería muy conveniente releerse
sus novelas antes de abordar esta parte, pero a ver quién es el majo.
Valioso también el prólogo de Valentí Puig, que, por
cierto, aparece antes del índice, para redondear un fino trabajo de edición.
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