08 mayo 2017

El primero es Gonzalo de Berceo llamado


Qué feliz coincidencia que Ángel Ruiz nos hable de Berceo. Acabo de leer (por motivos que no vienen al caso) unos capítulos de una de esas novelas sobre colegiales con indigesta moralina progre, donde aparece un profesor guay de esos que dicen que hay que enseñar a pensar en vez de enseñar cosas. Pensar sobre la nada, supongo. En fin, el profe guay, original el tío, decía que él pasaba muy rápido por los autores medievales porque a ver qué les iba a decir a los chicos un tipo como Berceo, si él mismo se aburría con él. Donde estuvieran Kavafis o Cernuda

Es lo que tienen estos profesores guay, que además suelen ser profesores paletos. Recuerdo que hablamos de aquel poeta a quien Antonio Machado consideraba uno de sus maestros, y uno de los que están en los cimientos de las prosas de Rubén Darío, por ejemplo. En fin, dejé el libro cuando el guay se puso a contar pormenorizadamente cómo dio por el culo a un amigote de su misma acera (porque además de guay es gay), para olvidar el mal rato de su primera clase; pero llevaba ya mucho tiempo pugnando por caérseme de las manos. La edad de la ira se titula, para que no se equivoquen. Y pienso en lo que me dicen a veces de que publicar una novela no es tan difícil, que no tengo más que plasmar mis experiencias en la enseñanza, y tiemblo al pensar que podría parir algo como esto aunque fuese sin orgías rectales. Dios me libre.

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