A propósito de una alusión, en un soneto de Quevedo, a los libros del duelo, anota José
Manuel Blecua: “Las reglas observadas en los duelos, de los que nunca fue
muy partidario Quevedo”. Y aduce en su apoyo esta cita de su obra Providencia de Dios: “Este disparate
sangriento, esta rabia facinorosa, esta furia delincuente en lo divino y humano,
que se intitula Libro del duelo,
tiene la infamia de su decendencia tan antigua como el mundo.”
Vaya, vaya. Ya veo lo que puede uno fiarse de Arturo Pérez-Reverte en cuando a
fidelidad histórica. En sus Alatristes, Quevedo
es un pendenciero que saca la espada a la mínima, sobre todo cuando ha soplado
del tinto. No deja de tener simpatía el personaje, pero me complace sacar por
mentirosillo al bocachanclas de Cartagena.