Esta fue una de mis últimas adquisiciones en casete, y lo
habré oído tres o cuatro veces, de modo que poco puedo decir de él. Para quien
conozca la música de Vangelis, es fácil suponer su contenido. Sólo que
aquí quizá se orienta más a lo tremendo, quiero decir que es menos melódico o
juguetón que en otros trabajos, y trata de sugerir abismos metafísicos, a tono (se
supone) con la espiritualidad de la pintura del Greco. Para ello recabó la
colaboración de Montserrat Caballé, que se marca unas coloraturas
acongojantes en uno de los movimientos. Sí, pues las pistas no tienen título
sino que a la manera de las sinfonías se denominan movimiento uno, dos, tres...,
eso sí, sin lo de alegretto, moderato y todo eso.
Es posible que se quedara en una obra demasiado pretenciosa.
Desde luego, no añadió mucha gloria a Vangelis.
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