La fuerza de los movimientos que aspiraban a realizar la revolución
mundial residía en la forma comunista de organización, el "nuevo
partido" de Lenin, una extraordinaria innovación de la ingeniería
social del siglo XX comparable a la invención de las órdenes monásticas
cristianas en la Edad Media, que hacía posible que incluso las organizaciones
pequeñas hicieran gala de una extraordinaria eficacia, porque el partido obtenía
de sus miembros grandes dosis de entrega y sacrificio, además de una disciplina
militar y una concentración total en la tarea de llevar a buen puerto las
decisiones del partido a cualquier precio. Esto causaba una fuerte impresión
incluso a los observadores hostiles.
Eric Hobsbawn, Historia
del siglo XX, cap. II, "La revolución mundial"
Es lo que me tranquiliza con respecto a los partidos
radicales de hogaño. Lo de la "entrega y sacrificio" les suena a
castellano antiguo.
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