29 enero 2015

No controles


Horror: según fuentes del Laico Oficio, el treinta por ciento (o así) de los jóvenes españoles, si bien reprueban la violencia de género, no rechazan del todo el control sobre la pareja.

Lo que me pregunto es qué será eso del control: ¿llevarla atada, como en el chiste del collar? ¿Cronometrar sus salidas? ¿Exigir el derecho a saber dónde se encuentra en cada momento?

Por lo que oigo, control puede ser cualquiera de esas cosas y más. Mucho me temo que estos jóvenes, a pesar de la doctrina impartida en los centros de enseñanza, siguen tomando como modelo de vida en pareja esa cosa arcaica llamada matrimonio: una especie de pacto en que ambos contrayentes declaran pertenecerse el uno al otro, con derecho por tanto a pedirse cuentas sobre el cumplimiento de dicho pacto.

El Laico Oficio, sin embargo, parte de un ideal de pareja que se corresponde con lo que Aristóteles llamaba amistad por placer, la Real Academia Española amancebamiento, el vulgo apaño y la moderna pastoral unión irregular. Y tiene como misión convencernos de que a ese ideal debe acomodarse toda convivencia semejante, por más que uno quiera legalizarla como matrimonio o lo que fuere: cada uno a su aire y cuidándose muy bien de inmiscuirse en lo del otro, "fuera del breve tiempo en que son aparejados a deleite", como diría Sempronio.

Debe de ser divertido oírles explicar por qué la famosa violencia de género se da mucho más en las uniones irregulares que en las sometidas a control.

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