¿Quién le pide originalidad a un título en un disco de este
género? Eso y más se perdona si la música supera las expectativas. Los
Rebeldes sonaban como el mejor de los intérpretes británicos o
norteamericanos de su onda. Este era su primer LP y antes de que apareciera los
había oído mencionar en la crónica de un concierto, en la que el crítico se
refirió a lo suyo como rockabilly modernizado. Por fortuna, resultó
tener más de lo primero que de lo segundo. Los Stray Cats todavía no
habían irrumpido ni arrastrado tras de sí a casi todos los nuevos combos,
aunque creo que los propios Rebeldes adoptaron luego su estética y quizá
su estilo.
Y digo quizá porque después de Cerveza... los
seguí más bien poco, y cuando llegaron a lo de Mediterráneo perdí toda
curiosidad. Creo que no superaron nunca el nivel de este trabajo. "Catorce
ráfagas de sonido casi country", definió alguien con tino. En particular,
la guitarra del Segarra (perdón por la cacofonía) es explosiva, en solos
y en acompañamiento, hasta hacer olvidar su voz un tanto de pito. El que haya
un piano también ayuda, y entre todos producen maravillas como su primer
single, Mi pequeña Marilyn, un ejemplo de cómo hay que rematar una pieza
de rockabilly: ese final está al nivel de los mismos Matchbox. Pero el resto,
casi a su altura. Sólo la última canción de la cara A conseguía torrarme un
poco, pero es el dormitar del gran Homero, ya se sabe. Por cierto: todo el álbum
de su cosecha, salvo Recuerda, versión de Eddie Cochran.
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