15 enero 2015

Los Rebeldes: "Cerveza, chicas y... rockabilly"


¿Quién le pide originalidad a un título en un disco de este género? Eso y más se perdona si la música supera las expectativas. Los Rebeldes sonaban como el mejor de los intérpretes británicos o norteamericanos de su onda. Este era su primer LP y antes de que apareciera los había oído mencionar en la crónica de un concierto, en la que el crítico se refirió a lo suyo como rockabilly modernizado. Por fortuna, resultó tener más de lo primero que de lo segundo. Los Stray Cats todavía no habían irrumpido ni arrastrado tras de sí a casi todos los nuevos combos, aunque creo que los propios Rebeldes adoptaron luego su estética y quizá su estilo.

Y digo quizá porque después de Cerveza... los seguí más bien poco, y cuando llegaron a lo de Mediterráneo perdí toda curiosidad. Creo que no superaron nunca el nivel de este trabajo. "Catorce ráfagas de sonido casi country", definió alguien con tino. En particular, la guitarra del Segarra (perdón por la cacofonía) es explosiva, en solos y en acompañamiento, hasta hacer olvidar su voz un tanto de pito. El que haya un piano también ayuda, y entre todos producen maravillas como su primer single, Mi pequeña Marilyn, un ejemplo de cómo hay que rematar una pieza de rockabilly: ese final está al nivel de los mismos Matchbox. Pero el resto, casi a su altura. Sólo la última canción de la cara A conseguía torrarme un poco, pero es el dormitar del gran Homero, ya se sabe. Por cierto: todo el álbum de su cosecha, salvo Recuerda, versión de Eddie Cochran.

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