Afortunadamente, esto no es el 36, suelen decir los
comentaristas políticos cuando sucede algo que perturba la convivencia entre
los españoles. Yo también he llegado a esa convicción leyendo esta tarde el
correo. No estamos como en el 36, y por una simple razón que se expresa de modo
proverbial: dos no riñen si uno no quiere.
Veamos: de Hazte Oír me comunican que gracias a mi
firma, oh, los culpables de la profanación de una Misa del Gallo serán perseguidos legalmente. Y pasan a recordar los pormenores del suceso,
señalando, quizá con la loable intención de resaltar la gravedad del caso, que
"los fieles sintieron miedo".
Los fieles sintieron miedo...
No, no estamos en el 36.
Luego, una alerta de Google me lleva a una información según
la cual, en la Universidad Complutense, unos ponentes pro vida fueron
interrumpidos con gritos y amenazas de muerte por un grupo pro aborto.
"Nos quitaron --dice una organizadora del acto-- el manifiesto y nos lo
rompieron delante de nuestras narices"
Y yo, quieto.*
Esto no es el 36, qué va.
Ya sé que quien defiende sus ideas con argumentos se carga
de razón y, en cambio, se desacredita quien sólo sabe recurrir al grito y la
amenaza. En ese sentido, la causa pro vida no hace más que ganar puntos
mientras el abortismo se está cubriendo de caca en cantidad.
Pero, hombre, ni una mala guantada...
Créanme, en la mayoría de estos casos no haría falta mucho más.
Me han enseñado que para ser santo antes hay que ser hombre. Muchas veces
quisiera que esto se hiciese realidad en su sentido más tosco. A ver si lo iban
a tener más claro los del 36, tan preconciliares ellos.
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*Es un modismo familiar. Procede de una anécdota sobre un tipo que, queriendo seguramente presumir de aplomo, contaba cómo le iban robando los productos de su huerta mientras él observaba a distancia. No recuerdo cómo acababa la cosa, pero por la sorna con que lo contaba mi padre, debía de ser que se lo acababan llevando todo... y yo, quieto.
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