Basta con admitir que algo amenaza la
tranquilidad pública y todo acto resulta justificado. Todos los terribles
excesos del Terror se cometieron con el pretexto de la tranquilidad pública.
Narrador, en Guerra y paz, de León Tolstoi
Que se lo digan a los decanos y rectores de las universidades españolas. ¿Cómo vetar a este incómodo personaje? Respuesta: Puede alterar el orden público.