¿Sabía Adolfo Suárez lo que iba a acarrear el café para
todos? ¿Fue posible otra transición, sin autonomías? En todo caso, muy caro el
café. Diecisiete niños malcriados, unos más que otros, por más consentidos. La
malcrianza fue el mal de la España democrática, quizá como golpe pendular
frente a los pasados años de paternalismo, no sé.
Caín, dice Quiñonero. Pero no conozco política sin cainismo.
No creo que sean más sangrientas las puñaladas de la España plural que las de
la Francia realista o la Roma imperial.
...
"Los que se van ya volverán", dice Aréchaga,
aunque no con las palabras de Juan Erasmo Mochi. Lo que me gusta de este hombre
(de Aréchaga, no de Mochi) es el toque optimista en que desembocan siempre sus
ironías. Todo el mundo lamentando que los jóvenes talentos se van de España. Ya
volverán, hombre, y volverán cualificados.
...
Daría dos nóminas por conocer el nombre del Embajador. Es
hombre prudente y sutil y da gusto leerle aunque no compartas su fidelidad a la causa
legitimista. Sus reflexiones sobre la renuncia de Benedicto XVI, que leo a
deshora, subyugan, aunque nada más sea por el aire misterioso que les imprime.
Yo creo que lo de Benedicto XVI fue más un ejercicio de responsabilidad que
unas banderillas de fuego en el lomo de la Iglesia: no me parece propio del emérito
papa. Pero, si fuese así, las llamadas de Francisco a la pobreza y al
apostolado serían una recogida del guante: hala, todos en cuatro latas y a
predicar oportune et importune hasta nueva orden. Menos samba y más travallar.
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