Sí, vea usted, Europa se ha vuelto un punto muy dudoso para la Iglesia. ¡Con África ocurre lo contrario! Cientos de millones de almas como materia prima para la fe. Y puede estar usted seguro de que un negro bautizado es mejor cristiano que veinte europeos. Es más que comprensible que tanto el catolicismo como el protestantismo luchen por hacerse con estos fanatizados; allí está el futuro de la fe, allí están los futuros paladines de la fe, aquellos que un día arremeterán a sangre y fuego, en nombre de Cristo, contra una Europa hundida en el paganismo y en el lodo, para colocar finalmente un Papa negro en la silla de Pedro, entre las humeantes ruinas de Roma.
Bertrand, en Pasenow o el romanticismo, de Hermann Broch (1931)
No era difícil verlo, pero qué apreciación tan deforme del Cristianismo, ¿no? Se diría que mezcla el panorama misionero de la Iglesia con las actitudes del Islam más enfermizo. Nada menos fanático que los cristianos africanos, víctimas tantas veces (ahora) del auténtico fanatismo.