22 octubre 2025

Cita con Rama

Arthur C. Clarke parecía sentir debilidad por los objetos extraterrestres de perfectas formas geométricas. Hay que reconocer que tienen su punto inquietante. En esta ocasión, al contrario que en el monolito de 2001, sabemos que se trata de una nave espacial y sabemos lo que contiene.

Como en aquella otra historia, el objeto es localizado y, tas las pertinentes discusiones, una expedición se dirige allá. Clarke despliega toda su imaginación para reproducir todo lo que el ser humano podría experimentar en un espacio cilíndrico, rotante y con la mitad de la gravedad que en la tierra. Todo es difícil de seguir, claro, para los que tenemos unas nociones de física cercanas al cero absoluto. En cuanto a lo que allí encuentran, no resulta menos imaginativo, aunque lejano de toda historieta de marcianos. Eso sí, en una historia exenta de violencia y de muerte, como esta, Clarke sabe mantener el interés y es fácil reconocer al narrador de 2001. Cortando los capítulos en el momento justo y anticipando algo emocionante que luego, en efecto, no defrauda, te hace pasar por encima de las complicaciones científicas que dan nombre al género y te incorporas a la aventura sin problema.

¿Ideas? No, solo la vieja manía cientifista de que somos una puñetera caca en la inmensidad del universo, pues Rama, contra todo pronóstico, no se achicharra en el sol sino que activa sus mecanismos y, tras tomar energía del propio sol, prosigue viaje sin que los que los que lo construyeron (¿y quizá lo tripulaban?) den la menor señal de que el efímero contacto con la raza humana les importe un comino.

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20 octubre 2025

Puntos ciegos

Nos estaban hablando en clase de la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano” que se proclamó en tiempos de la Revolución Francesa. Un alumno preguntó si también se incluía en ella a las mujeres y, en tal caso, cómo se explicaba que éstas no hubieran conseguido el derecho de voto en Francia hasta después de la Segunda Guerra Mundial. El profesor le contestó que, en realidad, esa afirmación de igualdad ante la ley no la incluía pero que no podía sacarse la conclusión de que hubiesen decidido dejarlas fuera a sabiendas. Ese aspecto de la realidad, nos dijo, era, sencillamente, inconcebible, “invisible” para los hombres de entonces.

Me intrigó ese asunto y cuando empezaron a interesarme más la prospectiva y la futurología me di cuenta de lo fundamental que era acordarse constantemente de que, en cada época, los hombres no son capaces de ver algunas cosas. Y en esto, por descontado, se incluye también nuestra propia época. Vemos cosas que nuestros antepasados no veían; pero había cosas que sí veían y nosotros ya no vemos; y, sobre todo, hay incontables cosas que nuestros descendientes verán y que nosotros todavía no vemos, porque nosotros también tenemos nuestros “puntos ciegos”.


(En Amin Maalouf, Los desorientados, “Sexto día”, 1.)

 

16 octubre 2025

El peor de los dragones

Elena Medel reúne una buena selección de la obra de Juan Eduardo Cirlot, un poeta difícil de antologar por su afición a los poemas extensos y a los libros conceptuales. La compiladora opta por ofrecer fragmentos, en la mayoría de los casos. No sé si al propio autor le hubiera gustado, pero sí que sirve para hacerse una idea de la poesía de este hombre, que no sé si calificar de “difícil” porque no se trata de entender o no entender, si lo he entendido. Cirlot trataba, al parecer, de aplicar a la poesía la técnica musical de Schoenberg, el dodecafonismo. El resultado es, a veces, esa poesía “permutativa”, hecha a base de combinar palabras o incluso letras, de un modo que a veces hace excusada la lectura, como en el caso de las permutaciones con el nombre de Enger Stevens: enger, egner, eengr, etc. otras veces nos hallamos ante rupturas sintácticas, como en el caso del título del poemario Donde nada lo nunca ni. Pero, en la mayor parte de su obra, vemos una poesía de filiación surrealista (también quizá simbolista, vale), con frases que desafían la lógica y que crean un ambiente onírico y desasosegante, pero eso sí, en este caso, manteniendo unos ritmos tradicionales (endecasílabo, alejandrino) manejados por mano experta. Lo que te hace pensar que es cierto que, para ser un buen artista de vanguardia antes hay que dominar bien la parte académica.

La sensación de haber perdido el tiempo viene compensada por la esperanza de que, con el tiempo, llegues a sintonizar con este tipo de poesía.

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14 octubre 2025

Y no es soberbio el amor,

como algunos dicen, sino humilde, agradable y manso, y tanto que suele perder de su derecho por no dar a quien bien quiere pesadumbre; y más, que, como todo amante tiene en sumo precio y estima la cosa que ama, huye de que de su parte nazca alguna ocasión de perderla.

(Los trabajos de Persiles y Sigismunda)



12 octubre 2025

Ni la menor duda

 …creo que hasta el cambio de relaciones entre Guido y yo empezó el día en que me avine a ocultar algo a mi marido.



Guido era su jefe, con el que empezó a tontear hasta que se impuso la cordura (Valeria, en Cuaderno prohibido)


11 octubre 2025

El sentido de la historia

La historia no tiene un fin en sí misma, sino que se halla, el fin, fuera de ella, en la eternidad. Es, pues, como cabía esperar en Berdiaev, una visión cristiana de la historia. La cual no es más que un eón dentro del plan divino, puesto en marcha, este eón, por la libertad humana. Concretamente, dice Berdiaev, es la libertad para el mal lo que pone en marcha la historia, lo que nos hace suponer que el autor piensa que, si el hombre no hubiera empleado su libertad para el mal, probablemente no tendríamos historia sino otra cosa. Pero eso no lo deja claro.

Según Berdiaev, nos hallamos empezando la época que sucede al Renacimiento, caracterizada por una nueva barbarie cuyas caras más visibles son el capitalismo y el socialismo, éste consecuencia de aquél. La edad antigua se habría caracterizado por una vida del hombre a ras de naturaleza, dando a este concepto un carácter negativo, opuesto a lo espiritual. Fue en la Edad Media cuando el cristianismo se encargó de llenar de espiritualidad al ser humano, el cual acumularía unas fuerzas que desplegó en el Renacimiento, época de creatividad y de libertad, pues él considera que en el mundo medieval esta libertad se encontró represada, no sabemos por qué, o al menos a mí no me queda claro. Pero el Renacimiento se empeñó en volver a lo clásico, cosa que ya no era posible dentro de la nueva espiritualidad cristiana. Por eso acabó por agotarse y aquí estamos, en una nueva barbarie que espera su nueva edad media (título de una de sus obras más conocidas y poco editadas).

He dicho dos veces que algo no me quedaba claro, pero no quiero dar la impresión de que el libro es oscuro. Antes bien, estas tesis quedan bien explicadas y no dejan de resultar convincentes en lo fundamental. Como filósofo de la historia, fue Berdiaev uno de los mejores intérpretes de su tiempo.

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06 octubre 2025

Suele olvidarse

que la aceptación es una de las formas capitales de la realización de la libertad. […] Sigismunda no prefiere, no elige. Como decíamos, su modo de elegir consiste en la manera de aceptar. O, si se quiere, obedecer; en ello cifra su libertad. Recuérdese [sic] las palabras que dice Auristela a Periandro: “Mi albedrío lo es para obedecer” (I, 106).

Luis RosalesCervantes y la libertad, segunda parte, capítulo III


O, como diría Kierkegaard, “su libertad es inclinarse ante el poder eterno”.

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