Luis Iglesias Feijoo diserta sobre Valle-Inclán en un ciclo de conferencias de cuya fecha no me acuerdo. Alguna resulta inaudible por el bajo volumen. El orador pone el acento en la nostalgia de Valle por un mundo feudal que alcanzó a ver de niño y que terminó con la llegada del industrialismo y el liberalismo. Según Iglesias, Valle mantuvo siempre esa postura de adhesión a lo tradicional, visible en la primera parte de su producción, pero en la segunda parte, a partir de Divinas palabras, nos muestra el envés de esa ideología, si así puede llamarse, con el rechazo visceral de lo moderno. ¿Fue su apuesta última por el fascismo y el comunismo un modo de empujar lo que había (“si algo está cayendo, empújalo”, dijo Nietzsche) para sepultarlo junto con lo tradicional? Esperaremos a las últimas conferencias.
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No puedo con los comunicadores de la derecha cuando aún dan
muestras de esperanza de que este tinglado caiga en breve. El martes, Dieter Brandau hablaba de nerviosismo en el PSOE y del primer batacazo de la legislatura, a
propósito de los decretos que se votaban el miércoles. Que no, hombre: lasciate
ogni speranza. ¿Es que no habéis tenido bastantes muestras? A este tipo le
acompaña la suerte como a la criatura diabólica que es, y no es que vaya a
ceder en todo, es que todo lo tiene cedido de antemano. No es que se humillen
ante los separatistas, es que son la
misma cosa. Quieren ser la misma cosa, al menos. Todos ellos han venido
para ganar la guerra civil, y están arrogándose la representación del viejo Frente
Popular, porque no tienen otra idea en la cabeza. Los desastres colaterales no
son más que una consecuencia de esa obsesión alocada.
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No suelo estar muy de acuerdo con Jesús Gonzalez Maestro, pero hay que reconocer que te lo pasas como
un enano con sus críticas literarias. Acabo de oír la charla que dedica a la
inactualidad de los cuentos de Cortázar.
Según él, ya nadie se interesa por esa obra porque el psicoanálisis (que es “un
cuento que interpreta otros cuentos”) ha pasado de moda hace tiempo: si en la
segunda mitad del siglo XX eras poco menos que tonto si no lo conocías y lo apreciabas, ahora ha sido sustituido por
ideologías como el woke, más
disparatadas si cabe, desde las cuales es imposible apreciar “Casa tomada” u
otras piezas del argentino. Lo cierto es que a mí esos cuentos me parecen
bastante estimables, pero me encanta oír este tipo de desmitificaciones: te
hacen sentir más cómodo si dices que prefieres Galdós a Proust, o Luca de Tena a Sánchez Ferlosio.