La de Pablo Pérez López en la Asociación Argumenta, de León, es una de esas conferencias que te proporcionan una visión clara del mundo que estás viviendo. Aunque la mayor parte de los datos me resulten conocidos, la coherencia de la exposición y la fluidez expresiva da como resultado una pieza que merece la pena escuchar de la cruz a la fecha. Me resultan muy aleccionadores, en concreto, los minutos que dedica a la Humanae vitae y su contexto, y sobre todo esa conversación de De Gaulle con el ministro Peyrefitte acerca de la píldora anticonceptiva.
¿La píldora? ¡Jamás! ¡Mi gobierno nunca presentará un proyecto de ley
como ese! No se puede reducir a la mujer a una máquina de hacer el amor. Iría
usted contra lo más precioso que tiene la mujer, la fecundidad. Está hecha para
tener hijos. ¡Si se tolera la píldora, no se sostendrá ya nada!, ¡el sexo lo
invadirá todo! Introducir la píldora, eso es sacrificar los bienes a largo
plazo por unas pocas satisfacciones inmediatas. ¡No vamos a sacrificar Francia
a la carne!
Sin embargo, acuciado por unos consejeros dignos de mejor
causa, el general consultó el asunto con su mujer, “la Bigote”, la beata, la cual le dio el visto bueno a la dichosa píldora: su director
espiritual era partidario.
Atención, primeros ministros de países donde aún
existe el matrimonio: si les plantean la cuestión del matrimonio homosexual, no
se les ocurra consultar con sus directores espirituales.