Resurrección es
una novela de denuncia, y no dudo de que la cuestión social en Rusia era tan
lamentable como aquí aparece, y que Tolstoi
tenía todo el derecho a denunciar con voz bien alta. Pero como novelista no sé
si tenía tanto derecho a hacer esto. Eres León
Tolstoi, chaval. Has escrito Ana
Karenina y Guerra y paz. Un
respeto al lector.
La novela es flojísima, en efecto, y además interminable. Si
no se te cae al suelo es porque su autor sigue sabiendo qué hacer con una pluma
en la mano, pero aquí le sale una historia moralista con personajes de
folletín. Nejludov es el pecador que recibe un toque de gracia cuando ve en el
banquillo a la joven, Katucha Maslova, a la que había seducido años atrás,
llevado por esa mentalidad de miles
gloriosus que era más fuerte que la conciencia en el estamento militar, si
hemos de creer lo que nos cuentan. El tipo se dedica a reparar el error
judicial que él mismo comete como jurado, tratando de conseguir una revisión
del juicio e incluso proponiéndole matrimonio, aunque descubre para su mayor
consternación que la joven se ha convertido en una cínica a la que nadie podrá
disuadir ya de que el egoísmo y la rapacidad de todo tipo señorean el mundo. Tolstoi espolvorea la narración con
abundantes prédicas de su peculiar cristianismo anarquista, hasta el punto de
que el volumen empieza y acaba con citas evangélicas.
Si al menos hubiera contribuido a implantar en Rusia un
régimen de libertades y garantías...
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