El miedo abre una brecha en nuestra orgullosa compostura.
Considérese a la distinguida señora, feminista, agnóstica, de gestos medidos,
de discursos perentorios, dura con su esposo: aparece un ratón y ese elefante
de suficiencia se sube a una silla dando chillidos estridentes: "¡Querido!
¡Dios mío! ¡Querido!". Entonces se vuelve mucho más amable. Más
inteligente también.
Fabrice Hadjadj,
Tenga usted éxito en su muerte, cap. 2, "La gracia del miedo"
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