Esta es la historia de una fascinación que termina en
perdición. Esto no es decir mucho, claro. Podría estar hablando de la
Celestina, sin ir más lejos. Acotando más la cosa, diría que es un relato de
suspense psicológico, a lo Patricia Highsmith. Danny April, de la agencia de
cobros Clarence Moon, ve el retrato de una chica, la chica se llama Krassy
Almauniski y a partir de entonces hace el papel de los ojos verdes de la
leyenda becqueriana: oh, ven, ven, bésame y todo eso. Y como el tipo de la
leyenda becqueriana, Danny siente que no hay otro objetivo en la vida más que
hallar esos ojos, esa cara, aunque le cueste la vida y el alma. Todo en el
contexto del Chicago de los años 40, así que no hay alma de por medio, claro.
El hada mala es una lolita trepadora y el caballero un empleado mediocre. Igual que en La Celestina, ya que la saqué a relucir, toda virtud brilla por su ausencia
y es la miseria la que campa por sus respetos.
Pero, como la Celestina, es también una historia ejemplar:
he aquí a la mujer eterna cuando pierde todo escrúpulo y al hombre eterno
cuando se vuelve tonto. Ballinger emplea una técnica de contrapunto, con la narración
de las pesquisas de Danny por un lado y la vida azarosa y poco edificante de
Krassy por otro. Como era de esperar, ambas confluyen, y zas.
__