para las relaciones sociales.
Le habían legado también la costumbre de repetir lo
que le decían, para que pareciese que se interesaba y que quería formar juicio
de las cosas. Si decían de un pintor que sus cuadros eran bonitos o que tenía
una linda casa, Albertina exclamaba: "¡Ah!, ¿con que sus cuadros son bonitos?
¿Con que tiene una linda casa?"
En Marcel Proust, A la sombra de las muchachas en flor.
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