18 diciembre 2012

En el universo comunista,


como en el seno de toda filosofía dialéctica, la persona se diluye en el todo, la clase, el absoluto, o como quiera llamarse. El alma, la conciencia, no son más que una ilusión, o, como lo plantea el narrador de Nosotros, de Zamiatin, una enfermedad.

Seguía marcando el paso con ellos, y, sin embargo, estaba aislado de los demás. Todavía temblaba por el último incidente como un puente sobre el que acabara de pasar un antiguo ferrocarril. Tenía conciencia de mi propio "yo". Pero sólo tienen esa conciencia el ojo en que acaba de entrar una mota de polvo, un dedo lastimado, una muela enferma. El ojo, el dedo y la muela no existen cuando están sanos. ¿Acaso no es entonces evidente que la conciencia personal no es más que una enfermedad?

__