Cuenta Joseph Pearce que Ronald Knox,
católico, y Arnold Lunn, increyente, mantuvieron una polémica epistolar
que luego se publicó con el título de Dificultades. Según Pearce,
Knox mantuvo un llamativo perfil bajo que hizo que muchos dieran
por ganador a Lunn. A pesar de lo cual, este se convirtió al catolicismo
al poco tiempo.
Las cartas de Lunn son rotundas y contundentes y
exponen su defensa con enorme energía. Las de Knox, sin embargo, más
breves y algo superficiales, transparentan [un] espíritu de cortés
comedimiento... El coronel C. A. de Linde, descrito por Lunn como
"un buen protestante y amigo mío", se inclinaba por la victoria de
este, y se quedó atónito al enterarse de su conversión: "No puedo
comprender cómo te has hecho católico después del repaso que le diste a Knox".
Y la línea que dividía aquellas opiniones no era sectaria. Después de que Lunn
fuera recibido en la Iglesia, un católico comentó con ironía que "la única
persona que piensa que ha ganado Knox es Lunn"; y, en cuanto
a este, al parecer compartía el parecer de su amigo el vizconde Knebworth:
"Te anotaste un punto tras otro", decía, "pero lo extraño es que
no causaste la más mínima impresión. Y en las cartas de Knox hay una
extraña reserva de fortaleza que sí impresiona".
Lunn tenía su propia teoría acerca del aparente
vapuleo a Knox, pues sospechaba que su oponente se había lanzado a la batalla sólo
para ofrecerle una pírrica victoria: "Sé que Ronald podría haber
escrito cartas más eficaces para el público lector, pero su objetivo no era el
de una sonada victoria dialéctica, que quizá me hubiese hecho intentar mejorar
mis armas ofensivas, sino el de mi conversión".
(En Escritores conversos)
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