17 octubre 2011

Mímesis


Mímesis es un imponente tratado sobre la interpretación de la realidad por la literatura, en un recorrido a través de los grandes hitos de las letras universales. El procedimiento es el mismo en todos sus capítulos: se parte de un fragmento relativamente extenso que sirve, como en una biopsia, para analizar lo que esa obra aporta a la literatura en comparación, no sólo con lo anterior, sino con otras obras contemporáneas. Y lo que sorprende es que casi siempre sale bien parado el segundo término de la comparación, como si dijéramos: lo que hizo Pepe no está mal, pero donde esté lo de Manolo... Así, empezamos con la Odisea, e inmediatamente tenemos la confrontación con la Biblia: esta introduce lo sublime en el reino de lo cotidiano, lo que no ocurre jamás en la literatura griega antigua.

Auerbach se muestra como poseedor de unos conocimientos enciclopédicos en torno a la cultura europea y sus principales lenguas, y no digamos ya sobre el mecanismo de los diversos géneros literarios y los procedimientos retóricos de todos los tiempos. Y al decir conocimientos enciclopédicos hablo no de un repertorio de datos, sino de una asimilación racional que le permite analizar cada obra situándola siempre en un contexto perfectamente definido. Su conocimiento del cristianismo, sin prejuicios ni interpretaciones aberrantes (tan comunes), resulta admirable en alguien que no parece ser un cristiano, por los datos que tengo; pero no sólo del cristianismo sino de cómo este impregna y modifica la literatura occidental o cómo se apartan del él algunas obras a partir del Humanismo. Desfilan por aquí la épica francesa, Dante, Voltaire, Schiller, Zola, Virginia Woolf... Y Cervantes, a cuyo personaje despoja del aura trágica que le dieron los románticos para convertirlo en instrumento de expresión de la alegría.
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